Los norteamericanos se entusiasmaron en los años del decenio de 1890 al conocer la noticia proveniente de Alemania, acerca de los vuelos de Otto Lilienthal, en deslizador. La muerte accidental del famoso alemán, resultado del dominio incompleto de su aeronave, causó honda impresión en dos hermanos de Dayton, Ohio, que habían soñado en volar desde que, de niños, hacían volar sus cometas.
Lilienthan había mantenido en equilibrio su deslizador cambiando la postura de su cuerpo; Wilbur y Orville Wright se dispusieron a encontrar un método mejor, un método que pudiera hasta adaptarse a una nave aérea con motor. Los principios del manejo que coligeron de innumerables experimentos eran enteramente nuevos, y no obstante, tan exactos, que el 17 de diciembre de 1903, se convirtieron en los primeros seres humanos que hicieron un vuelo venturoso en una máquina más pesada que el aire, y que se impulsaba por sí misma.
Hijos de un clérigo que se interesó vivamente por la ciencia y la mecánica, los hermanos Wright poseían un taller donde construían y reparaban bicicletas. Carecían de preparación científica avanzada, pero pronto comprendieron los hallazgos que se publicaban, logrados por otros experimentadores. Entre ellos estaban Sir Hiran Maxim, de la Gran bretaña, constructor de un gigantesco aeroplano impulsado por la fuerza del vapor, y que se averió en tierra en un ensayo, en 1894; Octave Chanute, francés especialista en deslizadores, que vivía en los Estados Unidos; y Samuel Langley, hombre de ciencia, norteamericano, que estuvo a punto de conseguir buen éxito en hacer que un aeroplano volara, unos cuantos meses antes que los hermanos Wright.
En su taller, los Wrigth construyeron un pequeño túnel dentro del cual soplaba el viento, y ensayaron allí más de un centenar de formas de alas en miniatura. Observaron que las aves voladoras torcían las puntas de las alas para regular su vuelo. A resultas de ello, proveyeron a sus deslizadores experimentales de superficie ajustables en las alas, o alerones.
Satisfechos con el funcionamiento de sus deslizadores, los hermanos se fijaron en sí mismos una nueva meta. Construyeron un motor de gasolina, liviano, de cuatro cilindros y de doce caballos de fuerza. Lo montaron en un biplano con armazón de madera y alas revestidas de muselina que abarcaban unos trece metros de punta a punta. Conectaron el motor con cadenas a un par de hélices.
En un lugar arenoso, frío y azotado por el viento en Kitty Hawk, en la costa de Norcarolina, los Wright se aprestaron a ensayar su máquina voladora. Pusieron el aeroplano en una pista de madera y echaron a andar el motor. Orville se encargó del puesto de piloto, y tenía que estar tendido boca abajo, precisamente frente a las hélices. El aeroplano rodó hacia adelante, libró del terreno -¡y voló! Fue un vuelo corto, que abarcó unos treinta y siete metros en doce segundos. Sin embargo, en el cuarto intento del día, Wilbur voló 259 metros en cincuenta y nueve segundos.
Dentro de los años siguientes, los Wright aumentaron la velocidad y el alcance de vuelo de sus aeroplanos. También hicieron notables vuelos en Europa precursores de la aviación como Louis Bleriot, de Francia y Alberto Santos Dumont, de Brasil. Los principios del vuelo idearon con tanta paciencia por dos norteamericanos, fabricantes de bicicletas, se emplearon para transformar el aeroplano de novedad espectacular, en el más veloz transporte de pasajeros del Mundo.
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